La adivinación en Grecia

 La adivinación
1. Origen
            La adivinación ha sido desde siempre una práctica misteriosa y oscura a la que se acudía en busca de respuestas acerca del porvenir. Esta es su función esencial, aunque en algunos casos también se consultaba acerca del presente o el pasado como podemos observar en el argumento de Edipo Rey[1]. Esta creencia religiosa siempre ha formado parte de la vida cotidiana de los griegos y era practicada tanto por particulares, como por personas de la vida pública (gobernantes, escritores...).
La adivinación se mantuvo viva por muchos años gracias a la fe de los griegos que le conferían total credibilidad e incluso dejaban que influyera en sus vidas.
            Desde el comienzo de la literatura se establece la adivinación como una forma de comunicación entre hombres y dioses; vivos y muertos. Se trata de un saber técnico, de ahí el nombre de μαντικὴ τέχνη (arte adivinatoria). La palabra μαντική, según la creencia popular, parece derivar de μανία (locura), puesto que, durante los ritos adivinatorios, la sacerdotisa o el adivino, llamado μάντις, suele entrar en un estado de ἐνθουσιασμός o ἔκστασις (delirio).
Desde época prehomérica, existían los adivinos, θεοπρόποι o μάντεις, que viajaban por todos los pueblos, adivinando el futuro a los ciudadanos a cambio de dinero. Este don era transmitido de generación en generación y para ellos cualquier fenómeno involuntario podía ser una señal: un estornudo, un eclipse, etc. Poco a poco estos serían sustituidos por los centros oraculares en época arcaica y clásica.
Apolo, principalmente, y Zeus son las divinidades más vinculadas a la adivinación y las que contaban con mayor prestigio y credibilidad, como así lo atestigua la anécdota del rey Creso[2]. Otros dioses, como a Dioniso y Hermes, también se atribuían habilidades proféticas. Existieron oráculos propios de Dioniso, como los de Anficlea o el monte Pangeo. Hermes, por su parte, daba augurios por medio de una estatua situada en medio de la plaza pública en Faras, en el Peloponeso. Al ser un dios del azar, su adivinación estaba ligada a la suerte. Además de estos, hubo otros dioses y figuras míticas que también fueron considerados seres proféticos como Eros, Hera, Proteo[3]...
Pero no solo a los dioses les correspondía esta función, también era atribuida por los griegos a los muertos.          

2. Tipos de adivinación en Grecia
A continuación, vamos a explicar los dos tipos de adivinación, la inspirada y la interpretada. Ambos tipos están ligados a través de un mito: Se cuenta que los hijos gemelos de Príamo y Hécuba, Casandra y Héleno, fueron llevados al templo de Apolo después de nacer y dos serpientes lamieron sus órganos de los sentidos recibiendo así el don de la adivinación[4]. Casandra adquirió la adivinación inspirada, caracterizada por la posesión divina y el éxtasis, y Héleno recibió la interpretada, caracterizada por el análisis sereno y estudiado de señales y prodigios varios (σημεα).

La adivinación inspirada
El primer tipo de don profético es la adivinación inspirada o natural que se caracteriza, principalmente, por la pronunciación de vaticinios en estado de posesión y delirio divino. Este estado de inspiración divina es catalogado como un tipo de delirio o locura del alma por Platón (Phaedr. 47 y 48; Tim. 47)[5]. Durante el trance, el adivino transmite las profecías del dios. Este tipo de adivinación es la que se ejercía en los centros oraculares y solía estar desempeñado por mujeres, ya que se creía que el alma femenina era más receptiva a la influencia divina.
Dentro de la adivinación inspirada, hay alguna vertiente. Una de ellas es la oniromancia, adivinación a través de sueños inspirados por los dioses. Durante el sueño, el dios se aparece ante el consultante y le muestra su porvenir. La interpretación de estos sueños era difícil y en muchas ocasiones se requería la ayuda de un sacerdote experto en descifrarlos, llamado ὀνειρόμαντιs. La palabra oniromancia, νειρομαντεία en griego, compuesto de ὄνειρος, somnium en latín, que se refiere al sueño como visión o sueño profético, y μαντική (adivinación).


ἀλλ᾽ ἄγε δή τινα μάντιν ἐρείομεν ἢ ἱερῆα
ἢ καὶ ὀνειροπόλον, καὶ γάρ τ᾽ ὄναρ ἐκ Διός ἐστιν,
ὅς κ᾽ εἴποι ὅ τι τόσσον ἐχώσατο Φοῖβος Ἀπόλλων.
Il. I 62-64
      Pero vamos, consultemos a un adivino, sacerdote o intérprete de sueños, pues también el sueño procede de Zeus, para que nos diga por qué se irritó tanto Febo Apolo.

A todo el proceso de adivinación por medio del sueño se le llamaba incubación o ἐγκοίμησις. Otros tipos de sueños proféticos son las visiones de día (ὄψις u ὅραμα) y las visiones de los muertos (φάντασμα).

La adivinación interpretada
El segundo tipo de don profético es la adivinación interpretada o inductiva que, al contrario que la inspirada, podía ser utilizada e interpretada por cualquiera. Esta adivinación consistía en la observación y lectura de distintos tipos de fenómenos, con la finalidad de adivinar el porvenir humano y la voluntad divina. Esta clase de adivinación estaba muy ligada a la superstición popular, puesto que los fenómenos observados eran la naturaleza, los animales y otros sucesos, que eran considerados manifestaciones divinas de una mentalidad religiosa primitiva.
La adivinación por medio de la naturaleza era muy variada. Una clase consistía en observar los fenómenos meteorológicos (μετέωρα) o prodigios (τέρατα) naturales como terremotos, ríos, eclipses…Otra clase era la astrología, que consiste en predecir el destino de los hombres o sucesos futuros mediante la observación de los astros. En cuanto a su etimología, ἀστρολογία es un nombre compuesto de ἄστρον (estrella) y λογία de λόγος (estudio). Otro tipo de observación de la naturaleza estaba vinculado al cuerpo humano. En muchas ocasiones, las enfermedades, el nacimiento de un niño u otro tipo de reacciones naturales del ser humano eran interpretados como señales (σημεῖα) divinas y premonitorias.


La adivinación por medio de los animales también tenía muchas variantes. Los animales podían ser observados, cuando estaban vivos, fijándose en su comportamiento: sus sonidos, su forma de comer, sus movimientos, etc. Dentro de esta clase estaba la observación de las aves u ornitomancia, según su vuelo a la derecha o izquierda[6], el número de aves par o impar, su graznido, la altura de su vuelo etc. el vaticinio se consideraba negativo o positivo. Además, determinadas especies de ave eran consideradas siempre positivas (codorniz, golondrina…) o negativas (águila, buitre, cuervo…). La etimología de ornitomancia es ρνιθομαντεία, auspicium en latín[7], de ὄρνις (pájaro, también significa presagio) y μαντική (adivinación).
            Los animales también podían ser observados cuando estaban muertos, mediante la observación de sus órganos. Un tipo de observación era la hieroscopia que consistía en examinar las entrañas de un animal que previamente había sido sacrificado (σφαγή) al dios para conocer el futuro. Su etimología es ἱεροσκοπία, compuesto de ἱερός (sagrado) y σκοπεῖν (observar). Otra clase era la hepatoscopia, que consistía en examinar el hígado y sus partes: los lóbulos, la vesícula biliar y la vena porta. Si el hígado era anormal, se consideraba un presagio negativo. La palabra en griego es ἡπατοσκοπία, compuesto de ἧπαρ (hígado) y σκοπεῖν (observar).

            Por último, estaba la adivinación por medio de la piromancia, que consistía en, una vez sacrificado el animal, quemar su cuerpo y, según cómo el humo ascendía al cielo (recto o curvado, blanco o negro, etc.), se interpretaba la voluntad de los dioses como positiva o negativa. La palabra viene del griego πυρομαντεία de πῦρ (fuego) y μαντική (adivinación).
            Otro tipo de procedimiento adivinatorio eran los oráculos de suerte, que se realizaban mediante todo tipo de objetos inanimados (dados, tabas, huesos…). La interpretación de estos objetos dependía del número que saliese, del lugar donde caían al tirarlos, etc. La adivinación por medio de la suerte o cleromancia, κληρομαντεία en griego, es un compuesto de κλῆρος (suerte) y μαντική (adivinación).

            En definitiva, las formas de adivinación interpretada eran muy diversas, para conocer las explicadas aquí y otras más véase Bouché-Leclercq (2003, pp. 97-208), y se realizaban en distintos centros oraculares, dando lugar a la convivencia del modo de adivinación inspirado e interpretado[8].




[1] Rey de Tebas que sin saberlo mató a su padre, Layo, y se desposó con su propia madre Yocasta. Por causa de esto, cayó sobre la ciudad una plaga. Para acabar con ella, debían conocer quién mató al antiguo rey de Tebas, Layo. Para saberlo fueron a consultar al oráculo.
[2] Creso consultó varios oráculos y de todos ellos solo en Delfos respondieron correctamente. Hdt. I 46-47. Ver texto en Anexo II.
[3] Divinidad marina dotada de saber profético y de la capacidad de metamorfosearse.
[4] Transmitido por Schol. Il. VII 44.
[5] Para más información sobre los tipos de locura véase Dodds (2006, pp. 71-87).
[6] La izquierda, en griego ἀριστερά y en latín sinister, ha tenido siempre el significado negativo de siniestro o de mal agüero debido a la adivinación.
[7] Auspicio de avis (ave) + spicio (observar).
[8] Para más información sobre los tipos de adivinación véase: Calderón (2006, pp. 121-147); Flacelière (1965, pp. 7-38) y Hernández de la fuente (2008).